jueves, 10 de septiembre de 2009

Una experiencia de supervisión grupal en procesos terapéuticos de tiempo abreviado (II)

COMENTARIOS DE LOS TERAPEUTAS

LINDA CALMET

Experiencia con la Psicoterapia Breve
Linda Calmet Bruhn
Diciembre 2008

1. Logros alcanzados en la paciente:

La paciente, mujer de 34 años, viene aquejada de ansiedad generalizada que le inhibe y hasta impide mantener vínculos interpersonales duraderos y satisfactorios, sin que le aparezcan síntomas tanto neurofisiológicos (como sudoración, palpitaciones, falta de aire, enrojecimiento de la cara, trastornos en la alimentación y el sueño, dolor en las articulaciones, entre otros) como psicológicos (baja autoestima, sensación de ser rechazada y desvalorizada por los demás).

A lo largo de las 10 sesiones programadas, se van desplegando aspectos de la historia personal que vamos entrecruzando, asociando con sus quejas. En primer lugar, como foco principal, aparece la relación conflictiva con la madre. La paciente misma va asociando su terrible temor tanto a involucrarse y luego despegarse de los demás, como resultado de la falta total de aseguramiento de sentimientos de cariño y valía de sus padres hacia ella. La constante desvalorización y sensación de no ser nada para ellos o al menos nada bueno, la acompaña desde siempre. Sobretodo desde que sale del colegio y debe buscar un trabajo para autosostenerse y valerse por si misma. Es allí cuando aparecen los primeros síntomas de ansiedad por no sentir soportes internos por vínculos primarios insuficientes, que no le han permitido construirse un self más autónomo e integrado.

El vínculo terapéutico se orientó para que vaya encontrando recursos propios no en base a las expectativas de los demás sino de ella misma. Había un deseo fuerte en ella de ir “rompiendo las cadenas” de la desvalorización y la dependencia afectiva parental, sobretodo la relación indiferenciada con su madre y se aprecia al final cambios en ese sentido. Presenta mayor tolerancia a “mostrarse” y aceptarse tal cual ella es, en diferentes ámbitos, disminución de la somatización, también una mayor diferenciación entre los modelos ideales con respecto a la realidad, entre otros logros.

Siento que de esta experiencia ha salido fortalecida, pero aún falta mucho camino por recorrer para conocer su mundo interno, que ella misma manifestó, buscará más adelante.


2. Mi evaluación al final de la primera experiencia con la Psicoterapia breve ha sido muy favorable. Las dudas acerca de mi capacitación en cuanto a la técnica y los alcances de esta nueva modalidad de psicoterapia, me hicieron aceptar el desafío con cierta reticencia. Sobretodo por lo cercano de culminar con la formación de psicoterapia psicoanalítica, donde al menos yo no había tenido mayor contacto con ella. Además reñía con la convicción mía como psicoterapeuta de buscar logros estructurales y duraderos en los pacientes, como únicos logros válidos o valiosos.

Me faltó capacitación previa con el grupo para ventilar estas dudas y culpas internas con el método con el cual me identificaba y sentía como único e incuestionable hasta ese momento.

Algunas reflexiones de la experiencia:

- Que la Psicoterapia Breve es una técnica más, en si válida para cierto tipo de paciente con cierta configuración de la personalidad, que no busca ahondar demasiado en el fondo del inconciente y busca más a un otro que le sirva de guía contenedor para comprender y resolver conflictos más de la superficie, en un encuadre más concreto y por tanto, más contenedor, que además sirva como una primera aproximación hacia un trabajo que propone adentrarse más en su mundo interno. En algunos casos, el temor o el desconocimiento, los lleva a abandonarlo sin siquiera atreverse a enfrentarlo.
- La PB se planteó como propuesta y solución para la alta incidencia de abandonos en los procesos planteados como abiertos, dentro del Programa de Proyección del CPPL, me llevó a plantear si no había que plantearse una modificación en la técnica y la postura del terapeuta, más que pensar en una falla en la psicoterapia abierta en sí.

- La necesidad de una sólida formación teórica y técnica en psicoterapia, junto con supervisiones grupales de cada sesión, debido a la gran demanda de “aprovechar” cada sesión y sacar del breve proceso, el mayor provecho de asociaciones e insights de los contenidos inconcientes que subyacen a los síntomas que trae el paciente.

- La supervisión grupal de cada sesión permite no sólo ayudar a conocer los contenidos inconcientes que provienen no sólo del paciente, sino también del terapeuta, lo transferencial y lo contratransferencial. La contratransferencia fue señalada en el grupo como un elemento fundamental para el mejor manejo de las sesiones y la comprensión y seguimiento del caso en sí.

- El aspecto del tiempo limitado resulta siendo en sí un elemento terapéutico, en cuanto aprendemos a tolerar y aceptar la finitud y la concretad también de las relaciones humanas.

- Finalmente, el éxito o fracaso de una psicoterapia es algo que no se puede manualizar. Depende de cada uno de los integrantes de la pareja analítica, lo que cada uno trae y cómo impacta en el otro lo del otro, como en todo vínculo entre dos personas.

Hay encuentros humanos que resultan terapéuticos a veces en situaciones que no se comprenden del todo, y es algo del azar que está presente siempre en toda actividad humana.


Agradezco al grupo y especialmente a Olinda por esta enriquecedora experiencia.
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DELICIA FERRANDO

Psicoterapia Breve

1.- La paciente llegó por una depresión antigua (por la que recibió ayuda psicológica y psiquiátrica desde los 10 años), pero exacerbada al iniciar la terapia por la renuncia hacía tres meses a su trabajo después de 5 años de actividad lo que la llevó a quedarse en casa como no lo había hecho antes. No tenía dinero y prácticamente había dejado de estudiar. Tiene una relación simbiótica y complicada con la madre, se lleva mal con el padre que es alcohólico (aunque la paciente refirió al inicio que hace 10 años que no bebe) y tenía una relación “nada seria” por decisión de él con quien fue su primer enamorado con el que volvió después de 4 años de ruptura. No podía separarse de él no obstante que él sacaba provecho económico de ella y salía con otras chicas aunque ella no quería ver esto último.

Después de las primeras sesiones en la que aparecieron distintos “focos”, la paciente priorizó y se instaló en la terapia en la elaboración del vínculo con su madre, quien parece comandar sus actos. Su vida gira en torno a complacerla y a que ella se sienta bien, que no sufra “porque tantas cosas ha hecho por ellas”. Al quedarse en casa asume el rol de mamá. Simultáneamente empieza a “darse cuenta” de lo que ocurre al interior de la casa. Por ejemplo que su papá no ha dejado el alcohol y que la relación entre sus padres es conflictiva, su papá se va y regresa cíclicamente, su mamá acepta a su papá pero lo critica, se victimiza. También “descubre” que sus dos hermanas no “sufren” como ella por los problemas de la casa y que continúa con su pareja por temor a quedarse sola. Siente que está obligada a mantener el equilibrio doméstico alzándose como la “voz de la familia”, la que tiene que resolver todos los problemas, además, de todos.

A lo largo de las 10 sesiones, interrumpidas varias veces por dificultades económicas, por influencia de amigos que veían en la psicoterapia algo reñido con la voluntad de Dios, y por tener ocupaciones domésticas destinadas a diferentes miembros del grupo familiar, ella fue tomando conciencia que no puede con todo, que está abarcando más de lo que le corresponde e incipientemente comienza a poner límites. Entiende que su papá es una persona enferma que necesita ayuda y ella lo lleva a un hospital e intenta internarlo, recibe con tolerancia las críticas o comentarios de su madre, delega algunas responsabilidades en sus hermanas, ha regresado al instituto matriculándose en todos los cursos del ciclo, se queda a las clases y no está pensando en regresar para servir el almuerzo a su mamá, su sobrina, etc. Si le reclaman por eso, ella no duda en decir que estaba estudiando, que eso era lo que le correspondía hacer. Ha terminado con su enamorado y no se siente mal de estar sola en ese aspecto. Algo importante que la paciente registra es que su estreñimiento crónico (fue operada de obstrucción intestinal) cedió durante el proceso y que “aunque le parezca mentira va al baño casi todos los días”.
Al finalizar la terapia se paga algunos gastos elaborando alfajores, inclusive algunas sesiones fueron pagadas así. Tiene muchos deseos de continuar con la terapia. Después de tres semanas de terminado el proceso brece, llamó a decir que dos meses de espera es demasiado para ella. Se le pidió que fuera a su sesión de evaluación para, eventualmente, reiniciar.

2.- Asistí a todas las reuniones de capacitación previas a recibir pacientes, revisé varias veces el protocolo de historia clínica y lo tengo en mi memoria paso a paso; pensé que estaba capacitada; pero la capacitación va mucho más allá del conocimiento de la HC, comprende la combinación adecuada en dosis y contenido del relevamiento de la historia y la intervención terapéutica y eso es algo que me falta. Logré sólo parcialmente vincular, ligar la historia al foco; es decir a su conflicto actual, en parte porque tardé en darme cuenta cuál era éste y en parte también porque temía perder a la paciente y quería darle algo “más”, probablemente cosas que ella no demandaba. Tampoco trabajé mucho la transferencia porque estaba tomada por la contratrasferencia. Mi paciente me cayó bien desde un comienzo, me pareció que tenía capacidad analítica pese a que algunos de los miembros del grupo incluyendo a la supervisora no tenían mucha confianza en esto último y a veces su contratrasferencia era opuesta a la mía.

Viendo a mi paciente en retrospectiva me doy cuenta que pude haberla acompañado con más silencio y menos intervenciones quizás un poco persecutorias en algunas sesiones y que pretendían elaborar el foco. Lo pensaría un poco mejor, trataría más de sentir cómo resuena el material en mi que de entender… bajaría mi angustia (que era triple), me contentaría con hacer las cosas medianamente bien y no exitosas cien por ciento. En fin, no pretendería que estoy en una terapia abierta como a veces me pareció percibirme y que los logros tienen que ser modestos, puntuales y no estructurales, esto no es posible en el corto plazo. Queda un germen de cambio como en la paciente que en la última sesión dice que no puede estar en todas.

Me sentí presionada desde mí misma para retener a la paciente a toda costa, cumplir con la investigación y superar los dos fracasos previos, y presiento que esta presión tal vez fue proyectada a la supervisora bajo la forma de un reclamo por no haber acogido suficientemente esos fracasos para elaborarlos en grupo. Esas presiones y mis fantasmas de abandono y fracaso me hicieron ver aspectos metodológicos poco claros en la investigación que me confundieron en varios momentos del proceso hasta el final.

Para mi fue una experiencia notable de aprendizaje y de trabajo en grupo. Aprendí un montón de la supervisora y de mis colegas. Estoy muy contenta de haber formado parte del grupo de investigación y creo que la psicoterapia breve se impone como una forma de trabajo más acorde con las posibilidades actuales de la población.

Pienso que sería excelente una capacitación con material concreto que nos guíe cómo intervenir para no desviarnos de lo que es en sí una terapia breve. Me gustaría mucho poder fluir en la vinculación de la historia con los conflictos actuales del paciente.

Miraflores, diciembre de 2008
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MARÍA ELIZABETH SELEM

Mis aportes primeros. (Mª. Elizabeth Selem)

El proceso de la paciente

La paciente, que se presentó muy temerosa y como una persona débil, pronto pudo darse cuenta que mas bien estaba desvalorizada (por ella también). Al principio hizo alusión a una hermana que era alta y guapa, que tenía “buena presencia”. Ella no podía mirarse al espejo de la madre (con vínculos intricados, tanto, que le fue difícil explicar quién era su padre, como también saberlo yo). Necesitó mirarse en el espejo de la terapeuta, que le devolvió confianza en sí misma. A la tercera de las sesiones dijo que se aceptaba y se veía agradable, presentándose también con un nuevo peinado y actitud.

Buscó y logró entender por qué gastó tanto tiempo y dinero (el que obtuvo con sacrificio propio y de su marido) en construir físicamente un muro que rodeaba su casa. Hubo un momento en que descubrimos, ella y yo, que era el símbolo de la protección que se levantó ante las amenazas del abuso de otros para con ella, que podía ser extendido igualmente hacia sus hijos. (La paciente fue violada sexualmente hasta por seis veces, desde que fue niña de pocos años hasta cuando tuvo 18 años y estaba embarazada de su actual esposo).

Por otro lado, el padre al que ella reconocía como tal (no el biológico) fue por casi todo el tiempo del tratamiento presentado como un hombre casi ‘ejemplar’ (defendiéndose usaba los mecanismos de negación e idealización) hasta que en la última sesión pudo reconocer que era un hombre violento, castigador, no ‘tan buenito’. ¿Era ese, entonces, en ese momento, un tema a profundizar mucho más en un período más largo?, me pregunté.

La paciente logró en las ¿pocas? (o necesarias) sesiones “conocerse a sí misma” y lo hizo en el proceso de intercambio e introspección mirando y encontrándose en el otro y con el otro. Se fortaleció en su autoestima y se fortaleció para continuar adelante su relación con su esposo del que ella dijo en algún momento (quizá en la novena sesión) era “su vergüenza”, pues sus hijos (con algo más de 18 años) empezaron a irse de su casa en búsqueda de trabajo y nuevos rumbos. ¿Qué significaba este hombre en relación con el padre que la cuidó? ¿Por qué igualmente ella en algún momento manifestó querer ir a buscar a un antiguo enamorado, como queriendo sacar los pies del plato (= restos del goce con la madre, como diría Lacan)?


Mi experiencia (como terapeuta)

La experiencia ha sido positiva para mí. Desde el primer momento, la invitación a conformar un grupo para experimentar y aprender, despertó curiosidad y deseos de buena disposición para una nueva experiencia de tratamiento. De todas maneras, el estar ya en la clínica atendiendo a pacientes en psicoterapia sin límite de tiempo me hacía dudar un poco de la eficacia, pero no tanto como para impedirme comprometerme con ganas y entusiasmo. Y es que también había tenido una experiencia (sin pretenderlo) de atención por una sola vez a una persona que después de esa única ‘conversación’ sorpresivamente cambió su comportamiento y modo de ser. Eso me indicaba que podría ser posible trabajar, por lo menos algunos aspectos psicopatológicos como para que las personas atendidas logren continuar en la vida con menos peso, angustia y/o dolor.

La paciente con la que trabajé me cayó bien desde la entrevista. Quizá el que expresara que tenía ilusiones de futuro me indicó que algo había que apoyar, que había buena base a pesar de la timidez que era manifiesta. Sé que hubo empatía desde el primer momento y que hizo que yo, como terapeuta, también pudiera ‘recordar’ mis temores. Vi claro que era una mujer resiliente, que tenía recursos y que no quería quedarse atrapada en sus miedos y monstruos. Desde el primer momento expresó sus deseos (¿fantasías?) de alcanzar metas de corto, mediano y largo plazo, que iban desde querer tener una mejor “salud mental” hasta… poder administrar un hotel aliándose con varios de sus hermanos.

La narración de la construcción del muro que la paciente trajo a varias sesiones me tuvo expectante. Siempre me dejaba pensando en que pudiera ocurrir que la paciente se elaborara una pared de protección como para no hacer insights y se quedara en lo puramente racional y externo. El que llegara puntualmente a sus sesiones y haciendo alusión a lo tratado en días anteriores me indicaba que el asunto no quedaba constreñido al setting sino que la paciente seguía reflexionando durante un tiempo más largo.

En la última sesión que la paciente presenta claramente los rasgos de su padre autoritario dudé de si debía cortar de todas maneras y dejar sin profundizar ese tema y otros… Bueno, quedaban algunos interrogantes sobre todo para la terapeuta, pero aún así pareció que había que cerrar el ciclo de las sesiones que se pactaron desde el inicio con la paciente. No invité con fuerza sino que insinué continuar el tratamiento si fuera necesario. Hasta la fecha no ha habido ninguna solicitud en ese sentido… Sospecho, por eso que la atención fue ‘suficientemente buena’.

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ERNESTO SOUZA

Mis comentarios son los siguientes:

1. El proceso del paciente en psicoterapia breve:

Definitivamente, la paciente ha podido revisar una parte muy significativa de su pasado. Sin bien es cierto las sesiones giraron en torno a ciertos ejes traídos por la paciente a través de la historia, y que fue muy difícil para el terapeuta poder expandirlos más dado el corto tiempo, si creo que pudieron ser revisados a un nivel de por lo menos crear conciencia de los mismos, lo cual no estaba claro para la paciente al inicio de la terapia. Yo no me preocuparía en plantear como meta para la paciente un "cambio estructural". Creo que es imposible o muy difícil que esto ocurra durante las 10 sesiones. Sin embargo, habría que ver si ese cambio puede llegar a producirse después, ya que como sabemos, la incorporación del terapeuta y lo revisado produce cambios incluso una vez concluida "formalmente" las sesiones, ya que la elaboración toma un tiempo mucho más largo ¿Que obtuvo la paciente en concreto? Quizá algún tipo de renuncia respecto de una madre a la deseaba y que nunca pudo tener como hubiera querido; tener una padre menos idealizado; poder entablar vínculos con los hijos de su madre (medios hermanos) lo cual es reparatorio y con los cuales se pudo identificar en su pérdida respecto de la madre; poder escuchar (ojalá lo pueda elaborar) que su hija no existe para acompañarla y sostenerla, y que ella debe tener una vida propia e independiente. Sin embargo, el gran tema "la pérdida" respecto a sus modelos identificatorios parentales, el cual incluye a sus parejas, no sé que tanto fue elaborado, ya que en todo caso fue más que todo actuado.

2. El proceso de capacitación:
Yo me sentí como que estábamos preparados para correr maratones y nos dijeron que ahora había que correr los 100 metros planos. En mí, estuvo presente la angustia por el abandono del paciente. De alguna manera, pudo ser debido a una contraidentificación proyectiva, al hecho de no estar "preparados" o simplemente porque éramos parte de un proceso de investigación y debido a nuestro propio ideal del yo, simplemente no podíamos fallar y queríamos alcanzar lo imposible (transferencia indirecta del supervisor al terapeuta). Eso es algo que aún hay que aprender, y que creo nunca termina. Y para eso creo que tener claro el foco es fundamental. O quizá dos focos. Uno, el de fondo, sobre el cual recae toda la trama y problemática del paciente, y otro, el que es posible abordar y sembrar en él "las semillas" que si no germinan en las 10 sesiones, confiemos germinen después. Como lo señalé, creo que esto se aprende en la cancha. Quizá para la segunda parte, si sea necesario trabajar más la técnica. Pero no hay mejor manera de aprovechar la misma, cuando tuviste correr los 100 metros planos sin saber como. Quizá no hubiéramos escuchado (como creo que de hecho pasó) las recomendaciones previas de nuestra supervisora. Ahora si lo haríamos. Finalmente, y es algo que repito, yo sentí angustia y que como ya lo conversamos, en las tres últimas sesiones, la turbulencia aumentó aunque nunca en mi caso dejó de estar presente.

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CARMEN URIARTE

PSICOTERAPIA BREVE
CASO NELLY (“Es Tiempo de Cambiar”)
Psicoterapia breve es una forma de atender al paciente en un plazo limitado, acordado entre paciente y terapeuta y centrados en un foco, utilizando como herramienta principal el desarrollo de la historia de vida del paciente (modelo de Seguín).

Es de suponer que para nosotros, sicoterapeutas formados en El centro de Psicoterapia Psicoanalítica de Lima con un modelo de atención al paciente en plazos largos, prevalentemente indeterminados; esta forma de abordaje al paciente nos pudiera parecer “compactada” y generarnos ansiedad en el logro de los objetivos propuestos. Sin embargo la psicoterapia breve abre una posibilidad inmensa de alcances, cuando nos centramos en el foco y no lo olvidamos...ese es nuestro principal objetivo y podemos afirmar que, a partir del avance encaminado hacia ese objetivo o foco y finalmente el acercamiento hacia la resolución del mismo en el plazo establecido (10 a 12 sesiones), se generan una serie de cambios en el paciente, que le permite ampliar sus modos de respuesta y comportamientos ante circunstancias de vida que, anteriormente lo hacían responder repetitiva o neuróticamente y lo sumían en fracaso y sufrimiento.

El paciente se sorprende de su bienestar aun habiendo atravesado circunstancias adversas y difíciles en compañía del terapeuta que participa más activamente, como era nuestro trabajo durante la psicoterapia breve, (obviamente un tanto diferente y opuesto a la neutralidad y abstinencia del trabajo psicoanalítico).

Estamos haciendo psicoanálisis también, pues cambiamos estructuras y esquemas rígidos de comportamientos (tendientes a la repetición debido al acostumbramiento y a la pronta respuesta), pero localizada, digamos mejor, focalizadamente y no en forma masiva, que toma más tiempo por la profundidad, la búsqueda de la regresión y la interpretación transferencial y contratranferencial.

Aquí en la psicoterapia breve, habrá una simultaneidad de todos estos conocimientos, más pronta, quizás una mixtura de varios con un objetivo a alcanzar o resolver o por lo menos objetivarlo y no que se mantenga en la oscuridad del inconsciente; este acercamiento al foco predeterminado, tiene el poder de ejercer cambios también simultáneos o en cadena en el paciente, flexibilizándolo, refrescándolo ante el cambio que se produce en él mismo viendo que puede lograr objetivos saludables y beneficiosos también con otras respuestas; por lo tanto haciéndolo crecer humanamente y con más libertad.

En el caso de Nelly, mi joven paciente de 26 años, bachiller en Ingeniería Forestal, toda su vida parecía oscurecida por sus circunstancias de hogar, de relaciones amorosas insatisfactorias, un único hermano metido en drogas y un trabajo que no le agradaba porque no era de su campo profesional, “sino lo único que había conseguido”.

Ella misma parecía una chica con expresión apenada, oscurecida, con ansiedad de perder al enamorado que la postergaba y le era infiel, pero al que se había ligado de manera adherida, pues esa era la forma como sentía cierta seguridad de amor y soporte emocional, aun a costa de las infidelidades y del maltrato de él.

Siendo una persona inteligente y responsable, había sentido desde pequeña que la mayor atención se había volcado sobre el hermano, sobreprotegiéndolo y brindándole mayor atención por su condición de “asmático”. Nelly buscaba reconocimiento por la vía de estar cerca de alguien en cualquier circunstancia, sin valorarse ni entender el respeto que se merecía, pues no había sido esa, precisamente la actitud de acercamiento de sus padres hacia ella y buscaba en las parejas que tenía compañía pero no lograba ser reconocida, valorada ni respetada por ellos. Cosa parecida sucedía en los trabajos que conseguía, donde siempre la colocaban en actividades por debajo de sus capacidades.

Fue necesaria una sólida contención terapéutica, una identificación empática con sus problemas, mucho afecto e intervenciones de soporte y esclarecimiento; un reconocimiento y elevación de sus capacidades, miradas desde fuera, sustentadas en la objetividad de un ser humano (el terapeuta) que la veía realistamente y sin la contaminación del entorno familiar sufriente.

Nelly pudo tolerar sin desbordarse ni hundirse en un hoyo depresivo la ruptura definitiva con su enamorado, quien la manipulaba y de quien ella suponía estar muy enamorada, a pesar de sus constantes infidelidades. Por otro lado también los padres de Nelly, prácticamente propiciaron la reclusión en prisión de su hijo, quien comercializaba droga. Esta situación no sólo ayudó a la comprensión de que era necesario el castigo y el límite a su comportamiento sino que los preparó para la futura rehabilitación de él y para una posición más firme de toda la familia frente al abuso que este hermano cometía con todos ellos. Finalmente fue despedida de su trabajo intempestivamente y cuando sobrevino el dolor y la angustia ante la pérdida, acompañada, sostenida y esclarecida en terapia recordó que ella nunca había estado a gusto con ese trabajo. Se repuso entonces y consiguió trabajar en una ONG que la recibió en muy buenas condiciones y para trabajar en su profesión (ingeniero forestal) y le permitió un horario para dedicarse a la obtención de su título profesional.

Así llegamos a la décima sesión; la terapia breve no fue violenta ni escasa, ni sin cercanía afectiva, ni sin tranferencia ni contratransferencia.

Nelly se conectó con su deseo, pudo hacer el viraje oportunamente, aceptarse y aceptar los cambios, valorarse y reconocerse para que los demás la vieran y reconocieran en justa medida. Por eso Nelly me dijo al irse, refiriéndose a un tema musical de su gusto “It’s time to change” y así he querido recordarla...afirmando que gracias a su sensibilidad y al contacto humano, breve, suficiente y amoroso ella reconoció que era “su tiempo de cambiar”

En este caso, la interpretación completa, profunda y conmovedora sólo se instaló al despedirnos.
Gracias a nuestra Supervisora Olinda Dreifuss por sus enseñanzas.

Carmen Uriarte
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Bibliografía:

Fiorini, H. Teoría y técnica de psicoterapias. Bs. As. Ed. Nueva Visión
Jiménez, J. P. (1995) El psicoanálisis en la construcción de una psicoterapia como tecnología apropiada. En Defey D. y cols Psicoterapia Focal. Montevideo, Ed. Roca Viva
Kesselman, H. Psicoterapia Breve. Bs. As. Ed. Kargieman
Serrano de Dreifuss, O. (2001) Psicoterapia Breve a partir de la Historia Clínica, Ed. Socosami, Lima

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