domingo, 31 de mayo de 2015

Intervenciones terapéuticas: elaborar laborando

Cada generación o época requiere sus nuevos conceptos y propuestas prácticas, en virtud de sus características culturales en sentido amplio, y del desarrollo teórico-clínico más específico, conservando lo esencial del psicoanálisis. Nuevos conceptos como apego, mentalización, intersubjetividad, enactment, resiliencia aparecen en escenarios post freudianos. Hacemos dialogar estos conceptos con los de pulsión, compulsión a la repetición, acting, resistencia, además de transferencia y contra transferencia? Son en verdad conceptos nuevos o se trata de una terminología nueva para situaciones semejantes? En todo caso, independientemente de posiciones teóricas, surgen estos conceptos como meta teorías que esperan integrarse con los términos originales y más tradicionales [1]. El terapeuta psicoanalítico de cierta experiencia enfrenta actualmente una serie de cambios desde los tiempos de su formación inicial, hasta comunicarse hoy en día con sus pacientes o supervisar vía wattsapp y skype, y siendo confrontado con que su personalidad interviene sean cuales sean sus teorías y convicciones psicoanalíticas.

Hay diferenciación pero no alejamiento entre teoría y práctica con los nuevos conceptos, más aún cuando se integran aportes inter- y trans disciplinarios: observación de infantes, neurociencias, antropología.[2] Ya no se trata solamente de la polémica entre psicoanálisis y psicoterapia, tan intensa y hasta extensa. Con frecuencia, buscamos referencias de Freud como para calmarnos, como sucede en las obras de Psicoterapia Breve, como si buscáramos ser o pensar como él, perennizando ciertos aportes suyos hasta nuestros días, puesto que nuestros pacientes son distintos y el espíritu freudiano busca la revisión e investigación incesante. Lo esencial de la obra freudiana se mantiene pero hay muchas y variadas modificaciones teóricas y técnicas que se van dando en la actualidad, de modo que hay mayor complejización y enriquecimiento en el pensamiento y en la clínica de hoy. Podríamos referirnos a una transformacion del psicoanálisis, en pos de la intersubjetividad, lo que no significa desde luego un aligeramiento teórico ni clínico.[3]

Cuando se aprende a trabajar de un modo clásico, es difícil integrar algo distinto, pero esa elaboración tendrá que hacerse sobre la marcha, sobre el día a día, elaborar a la par que laborar, como titulamos estas líneas.

Hace varios años, acompaño en un grupo de supervisión a tres colegas [4] que suelen traer pacientes niños, adolescentes y adultos con diversa e intensa patología. Con frecuencia, reciben casos de pacientes escolares de cierta severidad, tanto en el orden de los trastornos alimenticios como de trastornos de conducta o depresiones mayores. Una terapeuta del grupo, médica de origen, se encarga con frecuencia de apoyar la labor con las pacientes y la relación con las madres, en términos de medicación y coordinación con la nutricionista. Muchas veces, el colegio forma parte activa en la alianza terapéutica, el contrato y el encuadre, casi asumiendo el rol de la madre o de los padres que, por diversas razones, no muestran una suficiente preocupación por la paciente adolescente. La ausencia de adultos confiables y responsables en la historia y en el presente de estos pacientes nos llama mucho la atención y nos conmueve. La intensidad de los sentimientos contratransferenciales, muchas veces compartidos por más de una persona en el grupo, devienen en verbalizar una fantasía contratrasferencial de adopción, asumiendo el grupo de que se requiere implementar diversas estrategias de soporte. Por ejemplo, una paciente presentó un ataque de pánico en el colegio, llaman a su madre y ésta llama a la terapeuta para que se reúna con su hija cuanto antes, sin poder ella misma salir de su trabajo y acercarse a la demanda de su hija. La terapeuta acude al llamado y recibe a la paciente ese mismo día.

La contención del grupo es fundamental, los encuentros semanales se suspendieron lo mínimo en las vacaciones de verano a diferencia de otros años, tal era la convocatoria que lograba suscitar una adolescente con trastorno alimenticio. Otra paciente, supuestamente fronteriza intelectualmente, complementa sus sesiones con un espacio de acompañamiento terapéutico [5]: se reúne con una estudiante de psicología que le enseña inglés, y con quien en realidad puede socializar y salir, como las demás jóvenes de su edad, pues la terapeuta y el grupo considera que las sesiones serán insuficientes para revertir su situación. Planteamos que una colega del grupo, evalúe a la paciente en términos intelectuales, con la expectativa de poderle mostrar a la madre que su hija tiene más recursos de lo que se supone, de modo que pueda ir saliendo de una especie de “closet narcisístico” en el que la madre la tiene encerrada. Naturalmente, la madre también requiere un espacio terapéutico para sí.
En palabras de Sonia Abadi, “Para Winnicott, el mantenimiento del encuadre va ligado a la idea de “adaptación activa”, encuadre estable pero no inmutable, vivo y cambiante según las necesidades del paciente. El encuadre cumplirá las funciones de holding, espacio transicional y garante de la continuidad existencial, permitiendo la regresión a la dependencia y la vivencia de no integración” [6] cuando este nivel de regresión es posible, agregamos.
Hace un tiempo escribí sobre una paciente que presentaba carencias tempranas y una ausencia de la madre en su rol, desde su nacimiento. Luego de varios años de psicoterapia psicoanalítica de tres sesiones semanales, cuando adolescente, la paciente ha retomado lapsos terapéuticos ante situaciones particularmente difíciles que se le han presentado. Actuamente, siendo ya madre ella misma, y criando a su hijo sin un padre cercano, asiste a otro período terapéutico y con frecuencia entra a la sesión mostrando su celular con algunas fotos o videos recientes de su niño. La terapeuta acepta, con gusto, ver estas imágenes, efectuando en su interior interpretaciones contenidas de cómo es convocada a jugar un rol de terapeuta-abuela. Alguna vez, el niño ya fue traído a la consulta para que sea conocido o re-conocido por la terapeuta.

Esta situación y las anteriores pueden entenderse como un acting, de la terapeuta incluso, o como un enactment, una puesta en escena de una carencia, una búsqueda de “cuidadores sustitutos”, desde la teoría del apego. Lo interesante o discutible es la respuesta de la terapeuta viendo sus fotos y videos. Al verbalizar con la paciente esta escena con la terapeuta tipo abuela de su niño, la paciente asocia y agrega quejas respecto a la indiferencia de su madre tanto con los hijos como ahora con los nietos, aunque ya no le sorprende, dice.

A propósito de estos nuevos conceptos teórico-técnicos, vamos a detenernos brevemente en esta oportunidad en el concepto de enactment y en el concepto de mentalización y la relación entre ambos en el espacio de supervisión.

A es una paciente limítrofe, funcional diríamos, hija de una madre psicótica y un padre adicto, que tiene un hijo diagnosticado luego con un trastorno del espectro autista, en terapia, y que consulta porque quiere prescindir de medicación para embarazarse nuevamente. Su esposo está de acuerdo, ambos quieren formar una familia, con mucho esfuerzo y entrega. Con frecuencia, la terapeuta se pregunta ella misma y con la paciente, de quién se ha sostenido ésta de pequeña, tal es el escenario que recuerda en su niñez, con una ausencia de adultos disponibles, viviendo en un ambiente doméstico caótico. El concepto de trauma acumulativo[7] por un lado y el de resiliencia por el otro nos acompañan cuando vemos cómo A señala qué importante es la relación con los padres cuando se es niña, y cómo ella requiere apoyo, actualmente, en su tarea de madre. La paciente paulatinamente va desarrollando procesos de mentalización[8] referidos a sí misma y a la precariedad emocional de sus padres. Algunas veces escribe, vía mail o wattsapp, cómo se siente o qué incidente ha sucedido en su familia o aún con su madre psicótica. Ante unas respuestas muy breves de parte de la terapeuta, vía texto, apuntando a poder hablar de lo sucedido en la próxima sesión, la paciente aclara que ella no espera tanto una respuesta; lo que ella requiere es saber que la terapeuta “la va a leer”, a partir de lo cual se calma. Otra vez, nos enfrentamos con el cuestionamiento y la distinción entre el acting y el enactment.

 “Winnicott sostiene que en cada paciente se debe evaluar cuidadosamente cuándo el analista debe trabajar interpretando el conflicto inconsciente y cuándo lo hará satisfaciendo una necesidad del self a través de una adaptación activa del encuadre.” (Abadi, 2012:12) “Y si esto es válido en cualquier análisis, se vuelve indispensable en el trabajo con lo traumático, -como la paciente citada-. Winnicott sostiene que el trauma no sólo aparece en forma de repetición, sino también como amenaza de derrumbe proyectada en el futuro” –recordemos que la paciente está abocada y preocupada en construir su nueva familia- … al decir de Sonia Abadi en el Prólogo del libro Formas de interpretar, publicación que integra diversos artículos de autores italianos. (Abadi, 2012:13)

La autora alude a la imgen del “horse whisperer” para referirse al arte del terapeuta que ensambla y amolda su ser total, mente, cuerpo, psique, al que en ese momento ocupa el lugar de paciente, y desde ahí, “intentar simbolizar, transformar un acontecimiento, que sólo puede ser padecido, en una experiencia que pueda ser pensada e historizada.” (Abadi, 2012:11) A este proceso que discurre entre paciente y terapeuta, ¿podríamos llamarlo posteriormente mentalización? ¿Se trata de un concepto o práctica diferente, o sólo un nombre nuevo relativo al de elaboración, por ejemplo?

Uno de estos autores italianos Vincenzo Bonaminio señala: “Nuevas “prescripciones” reingresan por la ventana del consultorio analítico, luego de que las prescripciones de presunta objetividad, como por ejemplo, la neutralidad, la abstinencia, etc., fueran invitadas a salir por la puerta, ni siquiera muy cortesmente.” (Bonaminio, 2006:53)

Como diría Coderch, “Todo cambio psíquico procede de la interacción. … Las palabras son actos. El modelo interpretación-insight es muy limitado. Cada interpretación es un acto de relación. Y la más interesante es la interacción implícita. Si la mente se ha estructurado a través de la relación sujeto-medio, sólo puede ser modificada a través de la interacción.” (Coderch, 2012:16, 17)

Tal es la fuerza de la interacción que desde la teoría de la intersubjetividad, “Stolorow y Atwood (2004) … ponen especial énfasis en señalar que la resistencia del paciente está siempre suscitada por la percepción de cualidades o actividades del analista que, en sí mismas, conducen al temor, por parte del paciente, de la posible repetición de un trauma infantil.” (Coderch, 2012:30)

Volviendo al concepto de "enactment", ¿se trata de un concepto muy reciente? Enrique Moreno (2000) señala: Desde que la idea aparece, tal vez consignada por primera vez, en el trabajo de J. Sandler, de 1976 “Contratransferencia y respuesta de rol” [9], para caracterizar cómo el paciente “arrastra” al analista a conductas que le permiten al primero actualizar una cierta relación de objeto, se empieza a considerar al enactment como un hecho inevitable en el trabajo clínico. La idea propuesta por Sandler era que si el analista respondía espontáneamente, su respuesta al rol propuesto por el paciente era lo que permitía ver y comprender aquello que éste desplegaba como forma de vínculo en la situación analítica. Sandler proponía, dice Moreno (2000), que respondamos al rol que el paciente induce y luego veamos de qué se trata todo esto. Por supuesto, manteniendo lo más posible la neutralidad analítica, agrega.

Respecto a la neutralidad, Paolo Fabozzi (2006:55) cita a “Paula Heimann, quien … estaba comprensiblemente irritada cada vez que este concepto de la “neutralidad” era evocado en sus aspectos de supuesta “equidistancia”, “objetividad”, de supuesta remisión a una “no-participación” por parte del analista. Emblemático desde este punto de vista es su ensayo acerca de “La necesidad del analista de ser neutral con el paciente”, de 1978, del que extraigo la siguiente afirmación:

“La definición más breve y más intensa de Freud acerca del objetivo del análisis afirma que éste consiste en recrear la capacidad del paciente de gozar y de trabajar. Sin embargo, este objetivo no puede alcanzarse si nosotros los analistas somos poco naturales, si nos ahorramos nuestros sentimientos (por ejemplo, nuestra contratransferencia) o pretendemos ser neutrales. En mi opinión, no hay mucha diferencia entre el analista neutral y el analista neutro”. (1978:388)”
Norberto Marucco, prologando la obra de Stefano Bolognini, Pasajes Secretos (2011), afirma, “Frente a cierta “aparente asepsia” del analista “espejo” que se enfrentaría solipsísticamente a lo intrapsíquico del paciente, aquí se propone el riesgo y la incomodidad de asumir el encuentro con lo intrapsíquico de cada uno”. (2011:8)
En ocasiones, señala Moreno (2000), se sostiene que “la actuación de la escena tuvo mayor eficacia técnica que cualquier interpretación”, no obstante -al menos para nosotros- sí tenemos que interpretarlo o mentalizarlo, aunque sea a posteriori, y esa es una de las funciones del grupo de supervisión: acoger, acompañar, contener si se quiere, elaborar, promover mentalización en la pareja terapéutica.
En 1999 se organizó un panel titulado “El concepto de enactment. ¿Progreso o moda actual?”[10], reseñado por Moreno (2000). En él, los autores participantes consideraban que “Esta pregunta alcanza especial importancia en los tiempos de hoy, con el advenimiento de la ola de “intersubjetividad” que invade al análisis.” Cada uno de los panelistas vio el enactment como un fenómeno por completo inevitable, ninguno de ellos habló peyorativamente de él, y todos lo consideraron como una consecuencia de la intersubjetividad, que es un componente esencial del trabajo en psicoanálisis.
En el pasado, el enactment era pensado en términos de una sola persona que ponía en acción eventos o experiencias de su pasado que no podían ser recordados en forma consciente. Memoria en acción. Visto así, el término era usado casi como sinónimo de repetición, -y acting diríamos-. Hoy, el concepto está más ligado a lo intersubjetivo, y la definición se amplía. Sería una interacción simbólica entre los dos. El enactment comparte jerarquía con los sueños, los recuerdos, las asociaciones, etc. y difiere de las otras producciones del proceso clínico en que incluye como ninguna la contribución del inconsciente del analista, y esto lo hace más difícil.
Un enactment es de valor en un análisis cuando se llega a su comprensión, pero esta comprensión sólo aparece cuando el paciente o el analista se preguntan (uno u otro) acerca de lo que cada uno ha hecho. Aquí, diríamos, entra la supervisión, que la podríamos definir como el espacio donde el terapeuta dialoga con un colega sobre la forma en que piensa y siente a su  paciente,sobre la forma en que a su vez se piensa y siente él mismo respecto a su paciente y lo que ocurre entre ambos, intentando entender lo verbal y lo no verbal de esta mutua relación, integrándose enactment, mentalización y supervisión.
¿Por qué desde el trabajo de Sandler de 1976, sobre “Respuesta de rol”,  que sin duda abrió el tema, el enactment ha estado ausente o poco desarrollado? Esta ausencia tiene origen, en mi opinión, continuando la reseña de Moreno, en una mitología del psicoanálisis, que consiste en la idea de que si el analista tiene reacciones hacia sus pacientes, es por que no está bien, o completamente analizado él mismo. Esto ha llevado a que los analistas se avergonzaran de sus reacciones espontáneas frente a los pacientes, y tambien a que con no poca frecuencia, colocaran esta vergüenza en los pacientes a los que estaban analizando, declarándolos a veces inanalizables.
Rothstein, como parte de panel, señala que el problema histórico está en que en la teoría clásica, desde Freud, el pensamiento en general ha estado sobrevalorado y la acción ha sido vista desde la teoría topográfica como un sustituto de recordar, pensar o analizar, y considerada  como más “primitiva” que el pensamiento, y como una resistencia al análisis y a la asociación libre. Por lo tanto, las conductas de acción, (acting out o in), tenían implicaciones peyorativas. 
Por su parte, Leo Rangell, en la misma ocasión, considera que en esta escena cambiante de los últimos años, paradigmas centrales para el psicoanálisis se ven desplazados por nuevos. Por ejemplo: verdad histórica por verdad narrativa, resolución del pasado por el aquí y ahora, la transferencia del paciente se equipara a la motivación del analista para descifrarla, la contratransferencia es un elemento mayor de observación que la propia neurosis de transferencia, los roles de ambos se hacen indistinguibles, y se mira con igual atención los conflictos de uno y otro. Detrás del  concepto de enactment hay, para él, una falsa dicotomía entre pensar y actuar, cuando ambos procesos  son parte de la comunicación entre paciente y analista, Finalmente, el enactment adquiere todo su valor en el proceso, sólo cuando está acompañado de palabras. 
Por último, Moreno cita a Christopher Bollas quien destaca  ciertos elementos inconscientes que no pueden ser recordados en forma cognitiva, sino solamente en forma existencial (lo que él llama “lo sabido no pensado”), y que deberían entrar en el proceso analítico. ¿Podría ser el enactment un instrumento de acceso y comprensión para ellos?
Bollas (2009) se refiere a los usos expresivos de la contratransferencia, “que el analista se considere en una sesión como el otro paciente” (2009:243) “Aquello que el analista, sienta, imagine y piense entre sí mientras está con el paciente puede consistir, en cada momento, en un elemento específico de la vida psíquica del paciente, identificada por vía proyectiva. No obstante, prefiero usar el concepto de externalización de Giovacchini (1979) para designar la creación de un ambiente total donde paciente y analista desarrollan una “vida” juntos. Los analizandos crean ambientes. Cada ambiente es idiomático y, en consecuencia, único. El analista es invitado a desempeñar diversas y cambiantes reresentaciones de objeto dentro de ese ambiente… El estado contratransferencial más común consiste en un no-saber-pero-vivenciar.” (2009:244)
Para concluir, podríamos preguntarnos entonces si el concepto de enactment no se limita a una puesta en escena en la realidad externa de la sesión, desplegándose fundamentalmente desde lo interno del terapeuta, requiriendo cautela, análisis personal, autoanálisis y supervisión para implementarlo.
Bibliografía
Bollas, Christopher (2009). La sombra del objeto. Psicoanálisis de lo sabido no pensado. Bs. As.: Amorrortu
Bolognini, Stefano (2011). Pasajes secretos. Teoría y técnica de la relación interpsíquica. Bs. As.: Lumen
Coderch, Joan (2012). Realidad, Interacción y Cambio Psíquico. La práctica de lasicoterapia relacional. Madrid: Ágora
Fabozzi, Paolo (2006) comp. Formas del Interpretar.Bs. As.: Lumen
Moreno, Enrique (2000). A propósito del concepto de enactment. En Aperturas Psicoanalíticas. http://www.aperturas.org/articulos.php?id=0000111&a=A-proposito-del-concepto-de-enactment (Recuperado 01/05/2015)
Serrano de Dreifuss, Olinda (2013). Las “malas palabras” en psicoanálisis. En Transiciones N 18. Lima: Asociación Peruana de Psicoterapia Psicoanalítica de Niños y Adolescentes



[1] Serrano de Dreifuss, Olinda (2013)
[2] “Cada cultura crea el psicoanálisis que necesita. El psicoanálisis no puede ser una ciencia empírico-natural.” (Coderch, 2012:125)
[3] En el prólogo de su último libro, Coderch es considerado como “la evolución de un autor muy representativo de la capacidad de transformacion que está demostrando el psicoanálisis en las últimas décadas.”  Así, su primera obra Psiquiatría Dinámica (1975) inició un recorrido que llegó a La práctica de la psicoterapia relacional. El modelo interactivo en el campo del psicoanálisis (2010), pasando por La interpretación en psicoanálisis (1995) y La relación paciente-terapeuta (2001), entre otras obras. (Coderch, 2012:13)
[4] Karina Otoya, Rosa Morón y María Luisa Rosazza
[5] Extendiendo el psicoanálisis: acompañamiento terapéutico en la ciudad, el cuerpo y posibilidades Marcelo Lubisco Leães – CEPdePA, trabajo ganador del concurso de FLAPPSIP 2013
[6] Fabozzi Paolo, 2006:12
[7] “Stolorow y Atwood (2004) … incluyen tanto los acontecimientos traumáticos aparatosos y claros como los más sutiles, por ejemplo, los traumas acumulativos que tienen lugar de forma continuada a lo largo de la niñez, y que, la mayoría de las veces, provienen de una patología del carácter específica de los padres, los cuales utilizan al niño de forma narcisista en lugar de brindar reconocimiento y aceptación.” (Coderch Joan, 2012:304)
[8] “Según Allen, Fonagy y Bateman (2008), la mentalización es la capacidad de pensar en los propios estados mentales y sentimientos, y de dar sentido a las acciones de uno mismo y de otros en base a estados mentales intencionales, tales como deseos, ansiedades, temores y creencias.” (Coderch, 2012:308)
[9] Intern. Rev. Psychoanalysis 3:43-47
[10] Publicado por el Journal Of Clinical Psychoanalysis Vol. 8 Nº  1


VIII CONGRESO LATINOAMERICANO DE PSICOANÁLISIS FLAPPSIP:
CLÍNICA PSICOANALÍTICA EN EL SIGLO XXI. DESAFÍOS A LA ESCUCHA

Lima, mayo 2015 

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